Muchos piensan que si no superan los dolores, miedos o traumas que los frenan como cuerdas invisibles es porque debe haber un “conocimiento” ahí fuera que se les escapa todavía… y cielo, ese es un error de concepto muy grave.
Pero es normal.
Cuando algo no nos deja funcionar bien, la ilusión de pensar que esta nueva terapia o esta otra resolverá nuestro conflicto nos da fuerzas. Mejor eso que bajar los brazos.
La chica de la que te hablo sabía que todo esto es mucho más fácil si sabes dónde no buscar . Aquí te cuento cómo logró desbloquearse ella sola.
Aviso: esto es sólo para gente que ya tiene muy claro que los responsables de no tener la vida que desean son ellos mismos, y han dejado de culpar a los demás, a la crisis, o al Pato Donald de lo que les pasa.
Lo que hizo esta chica es real, yo lo vi con mis propios ojos, pasó de verdad.
Pero para que entiendas cómo logró encontrar sus propias respuestas y sanarse de forma completa, debes entender la esencia de esta historia antes.
Esta historia no pasó, pero ojo, eso no significa que no sea verdad. La historia del pastorcillo que gritaba “que viene el lobo” tampoco pasó, y todos sabemos que esconde más verdad que muchas historias reales.
Gema había ido allí a buscar algunas cosas. Como llevaba un tiempo apática y floja, al pasar por el lineal de suplementos decidió probar alguno.
Miró todas esas cajitas de colores:
“ ¿Multivitaminas? ¿o sólo vitamina C? La levadura de cerveza parece más natural, pero me suena que no es buena para las gastritis…”
Se bloqueó. Se dio cuenta de que nunca había sabido a ciencia cierta qué era bueno ni para ella, ni para su hija, ni para su perro. Todo parecía como esos estudios sobre el café: “uno dice que es muy perjudicial, y al lado hay otro diciendo que si te bebes tres tazas te vuelves inmortal” .
Se sintió perdida, cerró los ojos y entró en bucle:
“No entiendo lo que está pasando con mi cuerpo,
no entiendo lo que está pasando con mi cabeza,
no entiendo lo que está pasando con la comida que no asimilo,
no entiendo lo que está pasando con mi vida…
Cuando abrió los ojos y miró a su derecha casi se caga en los pantalones.
En el mismo pasillo, a unos cinco metros, una chica la miraba fijamente: era ella misma, pero estaba irreconocible. La cara era igual, pero esa Gema parecía más salvaje, más auténtica.
“Ahora ya sí que se me ha ido la cabeza del todo.” – pensó, y se cambió de pasillo.
Pero ahí también estaba la otra, mirándola: llevaba un peinado que Gema no se atrevería a llevar pero que le quedaba genial, estaba más estilizada, vestía como a ella le gustaría vestir… y desprendía una confianza que casi le salpicaba.
¡Era más ella que ella misma!
Esa mujer se le acercó y le dijo muy serena:
– Deja esos suplementos y búscanos mejor uno de piña.
– ¿Busca-nos? – dijo Gema, temblando.
– Sí, claro.
– Pero, ¿tú quién eres, mi ángel de la guarda o qué?
– No, sólo sé cosas que tú no sabes sobre ti.
– Pero si yo sé mucho de mí…
– Ya… ¿y por qué no sabes qué suplemento te va mejor? ¿Por qué no se te va el dolor del hombro derecho desde lo del divorcio? ¿Por qué te da ansiedad conducir?
Gema se quedó muerta. Aquella tipa parecía tener información que ella no tenía. No sólo conocía los síntomas (Gema también los conocía) sino que parecía entender de dónde venían. Parecía saber conectar los puntos que ella no sabía conectar.
La otra Gema cogió un kilo de arroz que había al lado y lo abrió:
“ Estos granitos son lo que tú sabes sobre ti misma, y el resto es lo que yo sé. Juntas tenemos toda la información que nos hace falta. Toda. No hay porqué buscar fuera.”– dijo.
– Vale, ¿eres mi subconsciente o mi Yo superior?
– Da igual, sólo quiero lo mejor para nosotras.
– Entonces, ¿me han concedido el don de hablar contigo?
– Jajajaja, ¿Qué don ni qué don? Lo siento, pero…
La otra Gema le explicó que siempre había estado ahí, enviándole señales sutiles a través de su cuerpo.
Si algo era bueno para ella, le mandaba una señal fuerte, y si era malo, una débil. Siempre había sido así, el único problema es que ella no sabía medirlas.
– Eso me suena, ¿tiene que ver con ese test muscular que llevan décadas usando los kinesiólogos con sus pacientes?
– Sí, pero si quieres ayudarte a ti misma necesitas usarlo tú, contigo misma. Necesitas conocer el auto-test.
– ¿El auto-test es suficiente para hablar contigo y saber qué me está pasando?
– No, el auto-test sólo es la herramienta, no el camino.
Le contó que conocer el auto-test es como saber conducir: lo necesitas para moverte, pero si no sabes dónde vas, no te sirve de mucho. Gema necesitaba saber qué preguntas hacer para extraer información valiosa.
– Bueno, me voy – dijo la otra Gema.
– ¡¡No!! ¡Tengo todas las preguntas del mundo!
– Mira, esta vez te he hablado en tu idioma, pero si quieres respuestas, deberás aprender tú el mío.
– ¿Cuál?
La chica de la que te hablaba al principio apareció en mitad de un curso presencial de kinesiología que impartí, y no se me olvidará cómo.
Ese día, su mejor amigo fue a buscarla a su casa y la sacó de la cama: llevaba días sin ducharse, con una depresión de caballo. Él la arrastró, literalmente, hasta el lugar donde estábamos todos reunidos.
Era periodista, una chica joven e inteligente, pero estaba tan destrozada que para poder hacerle el test muscular tuve que tumbarla en una camilla con los brazos hacia delante porque no podía ni levantarlos.
Venía hecha una mierda, así de claro te lo digo.
Un absoluto desastre en todos los sentidos: física, emocional, energética y espiritualmente.
Ese día le expliqué sólo medio módulo de lo que hoy es ya el curso de kinesiología. Sólo medio. De los nueve que tiene el curso, medio.
Incluso ella. Estamos hablando de una persona con una depresión que no la dejaba levantarse de la cama, pues hasta ella lo vio fácil.
Unos meses después me pidió cita.
Vino con un cuaderno, donde fue apuntando todas las sesiones que ella había hecho con ella misma: todas las fechas y todos los resultados.
“Mira, todo esto me lo he quitado de encima yo sola” –me dijo.
Me contó que su depresión terminó y que ya no tomaba ansiolíticos ni antidepresivos. Hace poco había conocido a alguien de quién se enamoró y ¡¡la tía estaba escribiendo su primer libro!!
Alucina vecina.
Ella sola, en ese estado, y sin apenas formación.
Y te confieso algo: tengo cientos de historias igual de bestias que esa, porque cuando ningún tratamiento funciona (antes de ir a Lourdes) pasan por mi consulta.
Y lo que yo aplico con ellos es lo mismo que enseño en el curso de kine para que lo puedas hacer tú. Lo mismo.
Hoy, el 99% de las formaciones de kinesiología duran años, están llenas de tecnicismos, y se enfocan exclusivamente en aplicar lo aprendido con los demás, en lugar de con nosotros mismos.
Yo he decidido cambiar eso.
* Si eres de Latinoamérica, quizá asocies “kinesiología” con fisioterapia, y no me refiero a eso.
Te cuento algunas cosas que vemos dentro:
* Pago seguro con tarjeta, Paypal o transferencia bancaria.
12 horas de vídeos cortos y al grano con explicaciones, ejemplos y demostraciones paso a paso. Incluye plantillas, guiones y tablas para que puedas descargarlas y sólo tengas que anotar tus propios descubrimientos. Todo es muy práctico, quiero que te motives rápido. Además tienes soporte exclusivo conmigo y acceso de por vida al contenido y las actualizaciones.
No, lo que pasará es que no te limitarás sólo a tratar los síntomas, sino que viajarás más profundo para entender por qué te pasa lo que te pasa, y sanarlo conscientemente..
Si conocer los protocolos paso a paso que sanarán tus miedos, bloqueos, dolores… (y los de tus seres queridos) para solucionarlos a todos los niveles te parece caro por ese precio, no deberías hacer este curso. Este curso es para los que lo valoran lo suficiente como para entender que si la oportunidad de quitarse de encima lo que les lleva limitando años costara el doble, seguiría siendo barato.
15 días. Si cuando veas el tercer módulo crees que esto no es para ti, me escribes y te devuelvo el dinero sin problema.
Lo importante es que entiendas que este curso está basado en el auto-test. Conchi, una terapeuta que usaba la kine en sus sesiones me dijo: “me dí cuenta de que ayudaba a los demás, pero que yo me había abandonado.” Yolanda, otra alumna, me dijo: “Llevo 20 años en este mundo y había cosas que decía, guau, esto no lo sabía, esto no lo había visto. El curso me permitió poner orden.”
¿Se ha solucionado?
Ojo con esto. Usar el test para no tener que tomar decisiones en la vida es un escapismo. “Me lo ha dicho el test muscular, yo no elijo”. No es así. El test muscular te convierte en tu propio terapeuta, no en pitonisa. Lo que sí que va a pasar es que cuando sanes y te empoderes, te costará menos tomar decisiones. Pero si quieres una bola de cristal, aquí no la vas a encontrar.
¿Perdona? Estoy harta de hacer sesiones online. Mira el bonus “Test de subrogación”.
Puedes ir a un sanador, que te vea en silencio y te diga “tómate esto y vete a tu casa”, o puedes hacer este curso para entender qué pasa y formar parte de tu propia sanación o la de sus seres queridos. Elige lo que más fuerza te dé.
Si quieres entender por fin por qué te pasa lo que te pasa y llegar hasta la raíz del asunto para ver de dónde vienen todas tus limitaciones y tener la satisfacción de poder sanarlas tú mismo, entonces te aseguro que este curso va a marcar un antes y un después en tu vida.
* Pago seguro con tarjeta, Paypal o transferencia bancaria.
“ Es increíble conocer todas las posibilidades que ofrece! Nunca pensé que con el test muscular se pudieran trabajar tantos ámbitos diferentes, a un nivel tan profundo.
Me encanta la estructura del curso, que permite ir practicando desde lo más sencillo para coger confianza con el test muscular, testar alimentos y suplementos… e ir avanzando hacia los campos más profundos como el emocional, el energético y espiritual.
Siempre me ha costado mucho confiar en la respuesta del cuerpo y el curso ha supuesto un apoyo fundamental. Ahora veo que la clave está simplemente en la práctica y tener una buena guía que te de confianza en lo que estás haciendo. Empiezo a identificar el fuerte y el débil mucho más claramente y esto abre un mundo de posibilidades para trabajar conmigo misma! Ahora sé cosas que no sabía que sabía!
El campo que más me fascina es el emocional, y con la kinesiología tengo la brújula con la que puedo navegar para encontrar los bloqueos, y tener además herramientas para corregirlos. Y la técnica del Arm reflex ya supone un nivel superior con el que espero trabajar muy pronto!
Llevaba un tiempo buscando una formación presencial de kinesiología, y este curso online me ha facilitado enormemente organizar mi tiempo de la mejor manera. Las explicaciones en vídeo son muy claras y fáciles de seguir, y puedo ir
avanzando en la medida en que voy integrando lo anterior.
Sabes lo que más me gusta de todo? Que sé que has compartido en este curso todas las claves, lo más importante, y lo que mejor funciona de la Kinesiología. Y, sobre todo, tu PASIÓN, como haces en todos tus cursos. Gracias Ana por compartir con nosotros tu experiencia y hacerlo de forma tan didáctica y cercana.”
“Llevo ya varios años de búsqueda personal, haciendo distintos cursos de crecimiento personal y debo decir que este curso de kinesiología es mágico. Ana explica de forma sencilla conceptos que de por sí resultan bastante complicados, y hace fácil lo difícil. Además, los ejemplos de este curso nos ayudan a despejar cualquier duda, y por si eso fuera poco, Ana siempre está dispuesta a resolvernos las dudas para que el camino sea más fácil.
Para mí es un gran hallazgo, sin duda, tanto el curso de kinesiología como Ana Lloveras, porque sabe transmitir conocimientos con una gran facilidad y se preocupa de que todos sus alumnos avancemos e integremos bien todos los conocimientos.
Además, este curso es la herramienta perfecta para compaginar con otras técnicas o terapias complementarias, como es el caso de EFT, Emociones Atrapadas, Reset o Re-prográmate, Reiki, etc., ya que de hecho, puedes preguntar a tu mente subconsciente cuál es la herramienta o terapia más apropiada para ti en ese momento, para resolver esa situación que te ocupa y te preocupa, es como una brújula o un GPS que te lleva justo al lugar en el que tienes que sanar algo.
Lo único que puedo decir es: ojalá lo hubiera conocido antes, porque me habría facilitado mucho las cosas.
Mil gracias.”
“Comencé a interesarme por mi desarrollo personal y desde entonces he conocido un montón de técnicas y métodos de todo tipo, que me encantan, pero a menudo me encontraba con la situación de no saber qué técnica era mejor para cada tema que me iba surgiendo. Este curso de Kinesiología ha hecho que encajaran todas las piezas, poder comunicarme con mi subconsciente lo ha cambiado todo porque es él quien me dice qué necesito en cada situación concreta. La kinesiología me ha ayudado a integrar mejor el resto de técnicas en mi día a día y me ha dado herramientas nuevas que ni siquiera creía que pudiera usar yo misma.
(Fragmento de contenido protegido por pertenecer al módulo 8)
Pensé en aquel momento que aquello era algo que sólo podían hacer unas pocas personas con ese don especial. Pero Ana me ha dejado con la boca abierta en este curso al enseñarme la forma de hacer este tipo de correcciones energéticas y espirituales yo misma y de una forma súper sencilla. Cada módulo del curso me alucina más que el anterior, es un descubrimiento tras otro. Además Ana es súper práctica y va siempre al grano, a lo que de verdad es útil y puedes aplicar a ti mismo en tu día a día, y eso me encanta. Recomiendo este curso a todo el mundo, creo que todos deberían conocer la Kine para conocerse mejor a sí mismos y encontrar el equilibrio en su cuerpo y en sus vidas.”
* Pago seguro con tarjeta, Paypal o transferencia bancaria.